Malika Ménard revela su dramática experiencia : "Tuve miedo a morir durante el parto

Malika Ménard quedó marcada por el final de su embarazo. Comenzó a sufrir de dolores musculares de la cabeza a los pies. "Todo el cuerpo me dolía, era imposible encontrar una posición cómoda en la cama y después, así fue todos los días, con un cansancio extremo [...] Tenía escalofríos y luego se me pasaba. Tenía dificultad para respirar, me daban pequeños mareos", confiesa a Yahoo. Después de una semana de sufrimiento, decide llamar al médico. Su ritmo cardíaco "es mucho demasiado elevado para alguien en reposo", constata el médico, quien le pide que vaya a hacerse un análisis de sangre.

Los resultados preocupantes, el obstetra le pide a Malika que regrese inmediatamente a la maternidad. Se le hará un monitoreo a ella y a su bebé. Después de esta atención, aún así no se siente tranquila. No deja de preocuparse. "Tuve miedo a morir, porque estaba tan cansada que tenía que mentalizarme y decirme ’vas a lograrlo Malika !’ para recorrer 100 metros". La futura mamá sobre todo tenía miedo de "dejar a su hija sola al venir al mundo".

El médico le recomienda un parto por cesárea. Algo que exacerba su angustia. "Me dijo : ’Vamos a hacer una cesárea, hay que sacarla y ayudarte a sanar’", cuenta la periodista. Presa del pánico, baja al quirófano "como en las películas". "Escuchaba a Sherazade que también empezó, cuando todo iba bien, a tener el corazón acelerando muy, muy fuerte. [...] Por unos segundos, es verdad que me dije : la voy a dejar sola. ¿Qué va a hacer ?", confiesa la joven de 37 años.

Afortunadamente, la cesárea de emergencia transcurre con normalidad. La pequeña Sherazade nace sana, a pesar de sus 5 semanas de anticipación. Su madre también se encuentra bien. "Me sentí aliviada de ver que tenía un buen tamaño y un buen peso de 2,9 kg [...] Dices, es mía, por fin, estamos unidas para siempre", expresa la normanda de origen. Aun así, no está completamente tranquila. "Ser mamá es preocuparse todo el día", ironiza la que admite tener siempre miedos por la salud de su hija. "Las primeras noches, la miraba dormir de principio a fin. Decía ’toc toc toc, ¿duermes ?’. Y si no se movía nada, iba un poco más fuerte para asegurarme de oírla respirar o moverse".