Magia y modernidad : Los hechiceros marroquíes conquistan las redes sociales

Sylvanus
Magia y modernidad : Los hechiceros marroquíes conquistan las redes sociales

En Marruecos, los marabús y los hechiceros combinan la tradición y la modernidad. Facebook, Instagram y otras redes sociales se han convertido en su nuevo espacio de trabajo donde ofrecen sus servicios.

Ha terminado la época en la que los marabús y los hechiceros recibían a sus clientes en cabañas remotas o les daban citas secretas. Ahora se embarcan en la modernidad. Ofrecen sus servicios en Facebook y otras plataformas. Estos servicios se resumen en algunos puntos : traer de vuelta al ex-compañero, cancelar los hechizos de venganza, e incluso encantos para que todo vaya mal en la vida, pero también proteger contra el mal de ojo, aumentar la prosperidad de los hombres de negocios, o incluso encontrar tesoros escondidos.

Los marabús y hechiceros se apoderaron de las redes sociales antes del Aíd al-Adha de 2024. Entre sus prácticas, el uso del "hueso del hombro" de los corderos sacrificados. Según la leyenda, este hueso estaría reservado para la escritura de talismanes místicos y, por lo tanto, estaría dotado de poderes malignos. En una declaración a Hespress, Khouloud Sbai, profesora de psicología social, explicó que la magia y la brujería son fenómenos sociales profundamente arraigados e imposibles de erradicar de inmediato. Estas prácticas responden a necesidades emocionales y relacionales, más allá de los simples remedios psicológicos. Según ella, al hacer visibles estas prácticas, las redes sociales contribuyen paradójicamente a la denuncia y a la toma de conciencia colectiva de su existencia.

Para Mustapha Siali, profesor de psicología social en la Universidad Cadi Ayyad, es muy posible combatir la brujería. Según él, esta lucha pasará por la educación y la sensibilización de las jóvenes generaciones sobre los peligros de estas prácticas. Dado que la represión ha demostrado sus límites, el académico llama a una voluntad estatal real para erradicar estas creencias arcaicas en un país donde el islam, religión del Estado, condena firmemente la brujería.